1. La realeza inglesa, lujo sobre ruedas
La veterana Isabel II, reina de Gran Bretaña, no escatima en lujos a la hora de moverse. Su Bentley State Limousine, tiene un coste estimado de… ¡12 millones de euros! Esto lo convierte en el coche de Estado más caro del mundo. El vehículo se construyó en exclusiva para la monarca, para el 50 aniversario de su ascensión al trono en 2002. Está basado en el clásico Arnage, pero cuenta con más espacio para los pasajeros en su parte trasera.
La reina cuenta en su garaje con otros muchos automóviles. Uno de los más remarcables es un Rolls Royce Phantom VI. La estatuilla tradicional de la marca, llamada «Espíritu del Éxtasis», está sustituida por una de San Jorge matando al dragón. También tiene el escudo de armas de la Casa Real.
2. Estoicidad rusa, funcional y sobrio
El vehículo que lleva a Vladimir Putin, presidente de Rusia, a los eventos de Estado es un Aurus Senat Limousine. Es el primer coche presidencial de producción nacional desde 1985 y su precio es de unos 500.000 euros. El auto se desarrolló bajo el Proyecto Cortege, que empezó hace siete años. Entre otros dispositivos, cuenta con cámaras de visión nocturna y cinturones que se ajustan de forma automática.
Los Mercedes sustituyen a las limusinas ZiL, de construcción soviética, como coche oficial del gobierno ruso tras la caída de la URSS. Dichos coches siguen expuestos en el Kremlin y se utilizan ocasionalmente en desfiles militares.
3. El Papamóvil, eterno símbolo del Vaticano
Sin duda, es el más popular de los vehículos de jefes de Estado, con apodo propio y todo. El coche del Papá Francisco es el mismo que el de su antecesor, Benedicto XVI. Se trata de un Mercedes-Benz M-Class, cuyo coste ronda los 450.000 euros. Este ejemplar en concreto cuenta con una cabina añadida que permite que el líder de la Iglesia Católica sea más visible para las masas. El cristal con el que está hecho es a prueba de explosivos.
El Papa también cuenta con un vehículo más sencillo, un Renault 4 de 1984, con el que busca impulsar la frugalidad dentro de la Iglesia Católica. Este le fue dado en 2013, con 170.000 kilómetros, ya que antes lo utilizaban para patrullar por el Vaticano.
4. Estados Unidos, seguridad máxima
El Cadillac One de Donald Trump, al que llama «La Bestia», es seguramente el más seguro de los coches presidenciales. Por un precio de casi 1,4 millones de euros, el vehículo cuenta con una serie de variopintos añadidos a las medidas tradicionales de seguridad. Algunas de estas son granadas de gas o reservas de sangre en caso de accidente. También cuenta con un sistema que permite al presidente de EEUU contactar inmediatamente con la Casa Blanca.
El presidente ya trabajó en los 80 con Cadillac para crear dos «Cadillac Trump» para su uso personal. La flota iba a constar de 50 autocares, pero al final no sucedió. Uno de los dos ejemplares se vendió a un comprador de Gran Bretaña.
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